Hace unos días me emocioné sobre manera. Vi que en la cineteca pasarían El Horror de Drácula, de Terence Fisher, con uno de mis actores favoritos, Christopher Lee, como el afamado Conde. Durante seis años había buscado esta película, preguntado por ella, incluso hice un presupuesto para pedirla de importación en una de esas (no recuerdo por qué no la ordené finalmente) y finalmente ahí estaba: anunciada para una única exhibición. La que llamaban la mejor interpretación del conde jamás hecha. Contaba la leyenda urbana que después de ver la película, la esposa de Lee le tuvo tanto miedo que no quiso ni dormir con él...
Ya la actuación de Lee en efecto es MAGISTRAL... pero la película... Creo que llegué con una expectativa demasiado elevada. La adaptación y el argumento son muy buenos. Los mismos personajes que en la novela de Bram Stocker asumen roles distintos y la película en sí habla de venganza. Cuando la venganza es destruida por la justicia, llega la paz. Todo comienza con Jonathan Harker yendo al Castillo Drácula con el propósito ex profeso de matar al Conde y poner fin a su reinado de terror. Ahí mismo descubre que el Conde tiene una vampiresa a su servicio y compañía. Cuando descubre el lugar de reposo de ambos, logra destruir a la vampiresa, pero falla con el Conde, que lo convierte en vampiro. Entonces aparece el dr. Van Helsing, amigo y colega de Harker, que muy a su pesar tiene que destruir a Jonathan y comienza la cacería del Conde Drácula, que en búsqueda de venganza por la muerte de su concubina, sale del castillo a buscar a la prometida de Harker para convertirla en vampiro.
Ese cambio respecto a la historia original fue algo muy agradable de ver. Y la actuación de Lee, como ya dije, simplemente genial. Pero hubo un punto débil que me parece tiene más que ver con una cuestión generacional que otra cosa. La película en sí, lamentablemente no espanta y en algunas partes incluso da risa. Sí, parece que es el mal que aqueja a varias generaciones (ya no tan) recientes, como la mía. Varias películas de terror antiguas ya no lo generan. Hay excepciones, como Nosferatu, de Murnau. Ese vampiro a la fecha sigue dando tanto miedo que de verdad en la oscuridad uno no quiere abrir la puerta de un cuarto por miedo a encontrarse al Conde Orlok.
Pero el Drácula de Terence Fisher tal vez pecó en su época de cándido. Pese a que sí hay una cierta tención y aura de misticismo alrededor del Conde Drácula, los clímax de la película, y las persecusiones, causan un inesperado ataque de risa. La huida del Conde de regreso a su castillo al final de la película es una persecusión involuntariamente cómica, que recuerda más a un filme de los Hermanos Marx que a cualquier película de terror. Incluso la última escena, en la que Drácula se convierte en cenizas por la luz del sol, me recordó a la escena final de una muy buena sátira, (que tampoco he vuelto a encontrar) que se llama Drácula Muerto, pero Feliz.
Cuando puedan, véanla, ya que es un clásico que no puede faltar. Pero no esperen espantarse con la presencia del vampiro, aunque sí pueden esperar una gran actuación y un muy giro de la trama, respecto de la novela de Bram Stocker. Sin embargo, para muchos que amamos al vampiro como personaje y como referencia cultural, el mejor sigue siendo el ya mencionado Nosferatu de Murnau, muy a pesar de Bela Lugosi, que básicamente es un maniquí en pantalla, y aún del mismo Gary Oldman (lo siento mr. Coppola). Sin embargo, Christopher Lee logra darle a Drácula esa aura de terrorífica elegancia que quería dársele al Vampiro desde la novela original de Stocker.
El Horror de Drácula
Dirección: Terence Fisher
Con: Peter Cushing
Christopher Lee
Michael Gough
Melissa Stribling